by Ymikimonokia
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El cañón de Río Verde, en la Alpujarra granadina, es una iniciación perfecta a los deportes de aventura
‘Esto es completamente seguro siempre que sigas las instrucciones del monitor’. Así se refiere Ángel Durán, monitor de deportes de aventura, al rappel (la técnica usada para descender por barrancos o cascadas usando cuerdas y arneses). Y las cascadas, precisamente, abundan en el barranco de Río Verde, una corriente que serpea desde 1.400 metros de altura hasta el mar, entre recovecos de piedra, por el fondo de un espectacular barranco en plena Alpujarra granadina, concretamente en la sierra de Cázulas. Ángel, que organiza y dirige las excursiones de Daan, una tienda especializada en deportes de aventura que su familia regenta en Tomares (Sevilla), sólo tiene 19 años, pero le sobran cualidades naturales para ser un buen instructor: además de una técnica depurada tiene la capacidad, acaso innata, de transmitir calma, confianza y seguridad.
Y quizá eso sea lo más importante, porque les lógico que la primera experiencia en un barranco impresione al novato, igual que pueden hacerlo los preparativos, los gruesos trajes de neopreno, los arneses, cuerdas, ochos y mosquetones que han de sujetarlo en los descensos más complicados, los preceptivos cascos de seguridad; incluso la hermosa noche previa, que se suele pasar al raso bajo unos pinos.
Acostumbrados a ver este tipo de actividades por la tele y sentados en el sillón, probablemente los urbanitas de pro lleguen a la boca del cañón divididos entre la fascinación y el miedo, pensando que aquello es tarea de expertos y requiere un trabajo de años hacerlo con una mínima seguridad. Angel lo refuta: ‘Este barranco es espectacular pero sencillo, cualquiera puede hacerlo, no hace falta experiencia previa ni una condición física especial’, dice. ‘Claro que hay otros más difíciles, pero todo hay que hacerlo paso a paso’. El camino le da la razón a él y a los que prefieren decir deportes de aventura que deportes de riesgo: a medida que el traje de neopreno se va empapando y tras sobrepasar los primeros desniveles y cascadas con éxito, la confianza se refuerza, y el neófito se siente poco a poco más libre para experimentar dentro de un límite.
Actualmente, en Río Verde, sólo se suele recorrer la mitad del cañón. Los incendios que han asolado la zona han deteriorado el suelo de las laderas del segundo tramo, haciendo habituales los desprendimientos de tierra y piedras y convirtiendo esa parte del recorrido en terreno peligroso. El camino por la parte segura de Río Verde, sin embargo, es una larga sucesión de sorpresas. Hay que caminar entre piedras, nadar en pozas de agua limpísima, saltar desniveles de varios metros y dejarse llevar por toboganes que el agua de siglos ha horadado en la piedra. A veces la adrenalina puede subir de pronto, otras, se entra subitamente en un espacio que parece especialmente diseñado para el relax, entre rocas y vegetación intocada, bajo un silencio cristalino. ‘Este es uno de los cañones más bonitos que yo conozco. No tiene nada que envidiar a muchos del norte de España’, dice Ángel.
El recorrido termina, tras varias horas, con una espectacular catarata. Luego, ya sólo tirar monte arriba hasta los coches. Detrás de la expedición no quedarán ni papeles ni latas, cuidadosamente recogidos. Sólo naturaleza.
L. C. BOULLOSA Sevilla 1 SEP 2001
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